martes, 11 de julio de 2017

Triunfo Arciniegas / Diario / La ciudad y los perros


Fotografía de Miguel Gutiérrez
Caracas, 10 de julio de 2017

Fotografía de Miguel
Caracas, 10 de julio de 2017

Fotografía de Miguel Gutiérrez
Caracas, 10 de julio de 2017
Triunfo Arciniegas
LA CIUDAD Y LOS PERROS
Ciudad de México, 11 de julio de 2017

Veo las fotos y no puedo dejar de pensar en el título de una de las novelas de Vargas Llosa, La ciudad y los perros. Son casi treinta, armados hasta los dientes, y la presa es una muchacha de diecisiete años, Paula Colmenares Boscán, estudiante de Derecho de la Universidad Central.

Se trata de tres fotografías tomadas por Miguel Gutiérrez en Caracas el día de ayer (10 de julio de 2017), un registro más de los cien días de las protestas contra el infame gobierno de Nicolás Maduro. Y van noventa y pico de muertos.

En la primera foto la víctima yace en el piso, acorralada por la jauría. Uno de los uniformados se detiene junto a ella, y en la segunda le pone su asquerosa bota encima, sin ninguna necesidad. O sí, para humillarla. Ese es el trabajo de la GNB, al fin y al cabo: intimidar, amedrentar.

Y en la tercera foto, donde la bandera de Venezuela y la piel de la muchacha se funden, concentrando la mirada del espectador y volviendo memorable el arte de Miguel Gutiérrez, la jauría se lleva a la víctima. Cumplen con su deber patriótico, se rinden al Socialismo del Siglo XXI. Andan en manada, amparados por el uniforme de la Guardia Nacional Boliviariana, GNB, porque hay otros sin uniforme, los colectivos, que también se movilizan en moto y se cubren el rostro con un trapo rojo. Los vi con estos ojos en el supuesto entierro de Hugo Chávez. Eran jóvenes, muy jóvenes, y me recordaron a los sicarios de Medellín: esperaban que pasara el féretro mientras aceleraban sus motos inmóviles y luego se adelantaban, y así durante los diez kilómetros del cortejo. Los unos y los otros atacan a gente desarmada, se meten a sus casas, roban, cometen toda clase de atropellos.

Me pregunto qué hubiera sido de esta muchacha sin las fotografías de Miguel Gutiérrez, que ya le dieron la vuelta al mundo.

En otros tiempos, cuando era infeliz e indocumentado en Venezuela, se decía: "Si no le teme a Dios, témele a la PTJ". Policía Técnica Judicial o algo así. Las letras han cambiado, pero no la policía. El dicho se mantiene.



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